miércoles, 4 de junio de 2014

MAGISTERIO Y ELECCIONES

Por: Dr. Juan Alberto Gallegos Alvarez
Dentro de pocos meses se llevarán a cabo nuevas elecciones regionales – locales, en un escenario caracterizado por la violencia generalizada, la guerra sucia, la abultada corrupción , la inocultable inmoralidad, etc., por tanto, lo sucedido en el Gobierno Regional de Ancash, es el reflejo de lo que viene sucediendo en otros gobiernos regionales, cuyas autoridades a fin de mantenerse en el poder, utilizan diversos medios para lograr sus objetivos, lo cual pone de manifiesto el problema de la gobernabilidad en el país. Demás está decir, que todo el poder se concentra en el Presidente Regional, que hace uso y abuso de las prerrogativas otorgadas, sin importarles el desarrollo de la región, donde la falta de capacidad de gestión es recurrente.
Esto ha llevado, a que muchas voces, como una salida inmediata propongan poner fin al proceso de descentralización, que quiérase o no, representa en el país, una de las principales reformas del presente siglo: Personalmente discrepo de tal postura, pues la descentralización (una de sus modalidades es la regionalización), en varios países de América Latina, surge como una salida a la necesidad de reformar al Estado, ya que los nuevos modelos económicos, el marcado deterioro de la calidad de vida de la población y el aumento de la pobreza, buscan respuestas y soluciones concretas, difíciles de emprender desde un estado centralista. Sí estoy de acuerdo, que el proceso tiene que reformularse, a partir de un mayor control y limitación del poder del Presidente, pues los desaciertos mayúsculos donde se juntan la impunidad, la desviación de fondos públicos y la corrupción, no puede ser motivo para frenar el proceso.
El magisterio, como estamento organizado frente a la situación descrita, no puede eludir su responsabilidad y en las elecciones que se avecinan, su participación es decisiva como corriente de opinión esclarecedora de las actuales circunstancias, negativas por cierto; es decir, no deben enmarcarse en el acto puramente cívico, sino darle a las elecciones un contenido político, como ciudadanos en ejercicio. Se debe dejar de lado la indiferencia y el conformismo, lo cual pasa por desterrar los prejuicios que impiden la reflexión y el análisis sobre la coyuntura. electoral y la descentralización, no importando que hasta el momento sus demandas no hayan encontrado el respaldo indispensable debido a la baja consideración institucional y social que existe sobre los docentes.
A nivel del Callao, la situación es muy compleja, y lo que viene sucediendo no es poca cosa, especialmente en el plano político, donde la irrupción de candidatos, “líderes”, grupos, movimientos, alianzas, y un largo etc., muestran el desmedido interés por llegar al poder .Esto corrobora lo sentenciado por un gran pensador contemporáneo: “salvo el poder, todo es ilusión”. La dinámica operativa es todavía más difícil de entender: se juntan, se dividen, se vuelven a juntar, se “chuponean”, se vuelven a dividir y todo ….según ellos lo hacen “Por el CALLAO”. Esperaremos ver qué sucede, aunque de antemano hay carencia de ideología, democracia, estrategia programática y sobre todo transparencia en muchos de sus actores.
El magisterio del Callao, que tiene capacidad de convocatoria y movilización, debe dejar por un lado el sosiego del no pago de la deuda social pendiente, participando como actor directo en algo que es propio de su profesión: esclarecer el contexto actual a los padres de familia y su comunidad. Los documentos normativos oficiales consideran que el docente debe ser Líder de su comunidad, esto implica conocimiento de la situación presente, manejo de una estrategia comunicativa, pero sobre afianzamiento de los valores democráticos, pues en nuestra Región viene sucediendo situaciones riesgosas, cuyas consecuencias después lamentaremos, si dejamos incólume el adormecimiento social que caracteriza a un buen sector de la población.
Como corolario de todo esto, se advierte que lo pedagógico está unido a lo ideológico, económico-social; es decir no queda otra salida: reconocer que hacer Educación es hacer política y por tanto, no se pude pretender la “neutralidad”, para negar la pertinencia del poder local, pues llega un momento en que hay que tomar decisiones. Es el momento, después puede ser demasiado tarde, ya que el cambio no solo depende del espíritu de lucha y combatividad, sino también del compromiso de lucha por el cambio.

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